Historia de la fundación
Héctor Véliz
La Fundación Isla Maciel nace en el año 2011 a partir del trabajo realizado durante años por la Parroquia Nuestra Señora de Fátima. Este lugar históricamente excluido de Argentina, de Buenos Aires, de Avellaneda, del Dock Sud, es su lugar de tareas y esfuerzos, pero también de mates y esperanzas.
Si bien con el correr del tiempo y de las políticas públicas implementadas en la última década, las actividades iniciadas allá por el año 2000- vinculadas casi exclusivamente a la organización de ollas populares- ya no son necesarias, la meta de lograr una vida digna para todas y todos sigue constituyendo un gran desafío a enfrentar.
Algunos hitos de nuestra trayectoria
Hace algunos años con la ayuda del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación se organizó una cooperativa textil, que da trabajo a madres solas y otras personas que difícilmente conseguirían empleo en el mercado formal –el cual, como es sabido, suele buscar a la persona técnicamente más competente y no a la que más necesita el trabajo.
En este sentido, se dieron los primeros pasos en dirección a la práctica de la Economía Social y Solidaria, en el marco de la cual se realizan hoy varias actividades, dado que se trata de una economía del trabajo, asociativa, autogestiva y democrática, con una finalidad social que es siempre mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
Con esta iniciativa comenzó a generarse trabajo y un pequeño pero digno ingreso, y las cooperativistas pudieron correr el foco de su atención a lascaracterísticas de sus viviendas, en la gran mayoría de los casos, absolutamente precarias. Así nació Casitas de Belén, un programa de micro-créditosbasados en la confianza y la solidaridad destinados al mejoramiento y refacción de dichas viviendas.
Poco a poco fueron acercándose diversos profesionales, principalmente arquitectos e ingenieros, en muchos casos animados por queridos amigos de la casa, como el periodista Reynaldo Sietecase y el artista-arquitecto Roberto Frangella, quienes siempre han apoyado a nuestra comunidad. Tanto que a partir de ellos se pudo acceder al Mejor Vivir, un programa del Ministerio de Planificación de la Nación, con los mismos objetivos de refacción y ampliación apuntados anteriormente pero con mayor disponibilidad de recursos.
Asimismo, se plasmó la unión a la red Fotivba -Foro de Tierra y Vivienda de la Provincia de Buenos Aires- con el objetivo de luchar por un acceso igualitario a la tierra, la cual debería dejar de ser un lujo y un negocio para unos pocos para constituirse en la materialización de un derecho para todos.
Otro problema pendiente de solución era encontrar un lugar en el cual poder dejar a los chicos en ausencia de los padres o en contra-turno de la escuela. El jardín municipal no daba abasto. Con la ayuda de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia del Gobierno Nacional, se creó la Casa del Niño para los chicos de mamás que trabajan o que se encuentran en situación de vulnerabilidad social. Se generó así un espacio de juegos, deportes y apoyo escolar en el cual los niños y niñas y adolescentes son estimulados a canalizar sus habilidades expresivas, cognitivas, sociales, etc.
Los fines de semana un nutrido grupo de voluntarias y voluntarios va a la Isla a compartir juegos, apoyo escolar, arte, excursiones, desayunos, almuerzos, meriendas, cariños y abrazos en los espacios que llamados Conventiyo creativo y Manos de la Isla.
Cabe destacar que la Fundación también es sede del Proyecto Emaús de Cáritas nacional que promueve la inclusión educativa de adolescentes por medio del otorgamiento de becas que posibilitan la continuidad de la escolarización de los chicos de menores recursos.
También se contempla la práctica del fútbol callejero, el cual tiene un perfil muy particular ya que chicos y chicas juegan juntos, saben que lo importante no es ganar sino formar parte de un equipo y los partidos carecen de árbitros lo cual obliga a los propios jugadores a reflexionar sobre sus prácticas y ponerse de acuerdo sobre los fallos.
Por último, es sabido que el problema de la droga atraviesa toda nuestra sociedad pero se ensaña especialmente en los barrios de escasos recursos, dejando a niños, adolescentes y adultos sin trabajo y sin educación que es lo mismo que decir sin futuro y sin esperanzas. Por eso, la Fundación apuesta a la educación abriendo sus puertas a la formación primaria de adultos, secundaria (a través del FINES -Programa Nacional de Finalidad Educativa Secundaria) terciaria, a través del dictado de dos carreras en conjunto con la Fundación Valdocco, y finalmente, a la realización de diversos y talleres de oficios que intentan constituirse en caminos hacia una salida laboral.
Por último, vale resaltar que en el año 2013 se creó una casa-hogar para la Prevención y Tratamiento de las Adicciones (CPA) en convenio con laSubsecretaría de Salud Mental y Adicciones de la Provincia de Buenos Aires. En este marco, se comenzó a integrar un equipo interdisciplinario de profesionales y se inició el dictado de diversos talleres destinados fundamentalmente a niños, adolescentes y mujeres.
Dado que el espacio físico escaseaba, se decidió la construcción de un centro comunitario (en un terreno donado por el Obispado de Avellaneda-Lanús) inagurado recientemente, en el cual se desarrollan –potenciadas y multiplicadas- las actividades mencionadas.
En esta etapa se encuentran la Fundación y la comunidad de la Isla, que es su razón de ser y su sostén. Hay sueños y se van cumpliendo. Hay desafíos y se van superando. Frente a la estigmatización y la marginación en que se ha intentado sumir a la Isla Maciel durante décadas, la comunidad ha respondido siempre con trabajo serio y sistemático, con la potencia de lo creativo y la alegría de los esfuerzos y logros compartidos.
En una época de incertidumbre e incertezas globales, en la que mucha gente se pregunta por el sentido y la respuesta es el vacío, vale la pena recordar que hay miles de conciudadanos que aún no han logrado acceder a las condiciones sociales mínimas que les permitan vivir dignamente. ¿No es una oportunidad inmejorable de acercarse a ellos y construir colectivamente una sociedad más justa, solidaria y equitativa?
Cada día trae nuevos desafíos y nuevas esperanzas pues cómo decía el pelado Angelelli*, “hay que seguir andando no más”.
Ana García
Guitarra
Claudio Pérez
Percusión
Margarita Castillo
Piano
Sofía Fernández
Viola